Es tiempo de Navidad, época donde hay una mayor visibilidad de la felicidad, de los buenos propósitos y las buenas intenciones, de juntarse con la familia (aunque ahora en época de Covid es más complicado) en una mesa a cenar o a comer.
Parece una buena época y sin embargo para muchas personas estos días son una pesadilla pensando en que “hay que juntarse con la familia política donde no aguanto a mi suegro/a o a aquel tío o tía que siempre hace la misma gracia” y en esa aparente felicidad hay un terremoto que se avecina. Un terremoto bajo mis pies donde un volcán interno, un agobio, presión o angustias internas empiezan a sentarse en la silla de al lado de la mesa, justito a mi lado.
Si esto te pasa, algo de lo que estás viviendo está tocando una herida de la que no eres consciente, no la conoces y piensas que los demás son los que deberían de cambiar. Porque tendemos a pensar que si me siento mal con lo que hace la otra persona es “por su culpa”.
Te doy una buena noticia y esperanzadora. No necesitas que los demás cambien para conseguir sanar tus heridas o sentirte en calma. Está en tu mano entender lo que colocamos en los demás, entender tu mundo interno y de esta manera manejar tus necesidades emocionales y la relación con los demás.
No te digo que sea rápido ni que sea fácil, sino que es posible relacionarte con alguien que en principio se te activaba mucho malestar y conseguir mantener una relación cordial desde tu calma.
Si quieres profundizar en ti y darte la oportunidad de trabajar en tu calma y bienestar, no esperes ni un día más y reserva tu cita conmigo.